Un día en Holanda, por el año 1860, unos amigos deciden armar un bote para irse a explorar pequeñas islas cercanas, independientemente de la opinión de amigos y familiares. Terminar la construcción del bote les llevó dos meses y lo hicieron en el viejo taller de uno de los padres de los chicos. Decididos a hacerlo, logran llevar el bote, gracias a la ayuda de uno de los padres de los chicos, con la excusa de que era solo un simple hobbie.

Luego de llevar el bote a la orilla de una playa cerca del pueblo, esperan a que las condiciones sean las correctas y zarpar… Y así lo hicieron. Por fortuna para ellos, lograron descubrir una pequeña isla bastante cerca de la playa, pero, por desgracia, la madera se había destruido debido a las fuertes olas y a la calidad del material.

Asustados y sin comida ni refugio, deciden caminar por la isla, ya que era su única alternativa. En el transcurso del recorrido, encuentran unas viejas vías, las cuales llevan a lo que parece ser una especia de cueva o mina. Los chicos logran entrar en ella y descubren metales preciosos de todo tipo, minerales y demás piedras valiosas. Pero, ¿sirve de algo eso? los chicos no tardaron en darse cuenta de que estaban completamente atrapados en esa isla, que no podían irse de ningún modo y que la inmensidad de esta los estaba agobiando cada vez más…